jueves, 26 de mayo de 2005

El eclipse de sol en el cuartel

Hace unos días me puse a divagar acerca del hecho probado de que los mensajes pierden información y coherencia en proporción directa al número de intermediarios. Pero no sabemos si se cumple también la propiedad reflexiva (la transitiva está más que demostrada, no hay más que leer los periódicos). Pasé a la acción. Escogí al azar (contradictoriamente) un texto de una revista que tenía a mano. Mi plan era coger ese texto, leerlo, escribirlo en otro papel y guardar el primero en un cajón bajo llave. Haría esa misma operación todos los días. Al final, comprobaría las diferencias entre el primero y el último. Acordé conmigo mismo (soy fácil de convencer) realizar la operación a lo largo de dos semanas.

Todos los días, antes de acostarme, cogía el papel del día anterior, lo leía, lo escribía en otro papel y guardaba el primero en el cajón. Así una y otra vez. Finalmente, un jueves a las 10 de la noche leí en voz alta el texto original: “El ayuntamiento de Zonganilla comprende 14 núcleos poblados repartidos a lo largo del valle de su mismo nombre, conformando un bello paisaje donde las fértiles vegas parecen hacerle la corte al majestuoso curso del río”. A continuación, leí lo que había escrito hacía no más de dos minutos: “Mi pimiento es amarillo”.

martes, 17 de mayo de 2005

Estamos preparados para tí

Madrid, 17 de Mayo de 2005
Buenos y legañosos días. Sé que me estoy poniendo el listón altísimo a base de escribir algo todos los días (falta un suspiro para que me tire un mes sin escribir nada... y si no, al tiempo). Sin embargo lo de hoy no tiene especial mérito. Lo escribí hace ya unos tres meses, mientras comentaba con un amigo, via mail, la cacareada combustión espontánea del edificio Windsor de Madrid y cómo constituía una losa sobre las posibilidades de Madrid de albergar los Juegos Olímpicos de 2012 (año que, mientras no se demuestre lo contrario, no existe, sólo se basa en endebles rectas de regresión aritmética). Transcribo aquí mi opinión de aquellos días:
“Estamos preparados para ti”

Este es el lema que reza desde hace un mes en todos los paneles informativos de los andenes del Metro (y gracias a los cuales no podemos saber cuánto tiempo falta para que llegue el próximo tren). La cosa es que ayer, viniendo en el metro a trabajar, me puse a ojear el periódico del individuo que me estaba clavando el codo en el hígado y leí unas de las declaraciones más estúpidas desde la última vez que Llamazares abrió la boca. El Alcalde de Madrid, ante las dudas que el incendio del edificio Windsor ha creado sobre la candidatura de Madrid a los JJ.OO., proclamaba: “Lo que hemos demostrado es que estamos perfectamente preparados para afrontar situaciones de emergencia”.

A mí me encantaría que los JJ.OO. vinieran a Madrid, daría un brazo y una semana de mis vacaciones por ver las pruebas de piragüismo en directo. Pero también he de reconocer que no me lleva la pasión y conservo aún cierta perspectiva de miras. A ojos de los comisarios del Comité Olímpico Internacional, lo que el alcalde de Madrid quiso decir fue: “Estamos perfectamente capacitados para dejar que un rascacielos de 31 plantas se queme hasta los cimientos y cuatro municipales pongan una cinta de árbol a farola y de farola a árbol que ponga /// policía municipal /// no pasar /// policía municipal /// no pasar”. Parece ser que es un logro que sólo hubiese 7 heridos leves. Si un edificio de oficinas se quema un sábado a medianoche, es de esperar que no haya nadie más que los tres guardas de seguridad de turno (dos jugando al tute arrastrao y el otro dormitando con el Penthouse sobre las piernas). Los 7 heridos fueron los 7 bomberos altamente cualificados que entraron a ver qué se cocía y casi se cuecen ellos. Y a partir de ahí, el superdispositivo de seguridad consiste en rezar para que el viento no tire el edificio, que resiste gracias a que sus vigas de hormigón no se quemaron (que levante la mano el que haya visto alguna vez arder el hormigón) y en llamar a los telefonillos de todos los edificios de alrededor para que la gente salga de casa por si se cae el rascacielos sobre ellos. Claro, si esto pasa en Burkina Faso, la policía tendría que haber aporreado puerta por puerta y si se cae el edificio hay 372 muertos. Resumiendo, nuestros dispositivos de seguridad están a años luz de los de Burkina Faso porque tenemos telefonillos en las casas.

Ya lo estoy viendo, construiremos un pedazo de estadio olímpico de la madre que lo parió con vomitorios lo suficientemente anchos como para desalojarlo en diez minutos y dotaremos de telefonillos de última generación a todas las viviendas circundantes, de forma que cuando el Ultra Sur de turno prenda una bengala, en vez de apagarla y darle una paliza al individuo camino del calabozo, salgan los 80.000 espectadores a la calle a ver el majestuoso incendio por senderos perfectamente marcados con cinta por la policía municipal. Mientras tanto, Protección Civil irá llamando a todos los telefonillos para que los habitantes del barrio puedan salir también a admirar el espectáculo en la explanada habilitada al efecto, a la cual irán llegando también miles y miles de curiosos. Todos podrán ser testigos de una flamígera hecatombe sólo comparable a la disfrutada por los ínclitos ciudadanos de la Roma de Nerón, con la diferencia de que a la salida del metro ya se podrán comprar camisetas y gorras con el lema “Yo estaba allí”. Y cuando las llamas estén en su apogeo, entre explosiones de tuberías de gas y ensordecedores desplomes de cemento, nuestro excelentísimo alcalde subirá a una tribuna y ante los micrófonos y cámaras del mundo entero, aullará brazos en alto y henchido de gozo:

“¡¡¡ CITIUS... ALTIUS… FORTIUS… !!!”

lunes, 16 de mayo de 2005

Mi ego y yo

Madrid, 16 de Mayo de 2005

Cautivo y desarmado el ejérrrcito rojo…

Siempre quise empezar así los exámenes en la universidad, pero me vencía la responsabilidad. Nunca lo hice y yo me escudaba en que, claro, como no caían en 1 de Abril, pues la coyuntura no era la más propicia para la gracia histórica. También pienso que qué coño responsabilidad me vencería a mí cuando nunca pasaba del 1’75, pero mi alma cándida no perdía la esperanza de hacer algún día el examen perfecto, aquel que hiciera palidecer de envidia a mis compañeros cuando la profesora, alzando a la vista de todos el manojo de folios primorosamente caligrafiados por mi afilada pluma, dijese que jamás había visto semejante compendio de conocimiento sobre el tema en cuestión. Incluso yo llevaba siempre en el bolsillo unas gafas grandes y redondas para poder ponérmelas en el momento en el que toda la clase se girara hacia mí con las ganas de soltarme una bofetada escritas en el entrecejo. Levantaría una ceja y pondría el morro como para pronunciar “Lulú”. Y así, endiosado, convertirme en el empollón pelota asqueroso más asqueroso del mundo mundial. Sin embargo, la ineptitud del profesorado jamás permitió que mis teorías (obviamente fuera del alcance de mentes tan cuadriculadas como pueriles) fuesen premiadas en su justa medida. Algún día escribiré aquí por qué los babilonios no utilizaban la rueda en la vida civil.

Todo esto viene a que me he dado cuenta de que en mi anotación anterior del diario puse que el mundial del 2006 iba a ser en Italia. Todo el mundo sabe, al igual que yo, que el mundial será en Alemania (…¿el mundial de qué, el mundial de qué?...). El de fútbol, cuál va a ser, el resto de deportes sólo existen los 15 días de las Olimpiadas para poder justificar las subvenciones estatales. [NOTA: este es mi típico comentario polemista. Me encanta sembrar cizaña. Otro día escribiré de deportes]. Bueno, a lo que iba. Nadie ha escrito sobándome el error por mis narices. Se abren aquí varias posibilidades:

1) Nadie se ha dado cuenta, puesto que los verdaderos aficionados al fútbol no leen.
2) Sí se han dado cuenta, pero mi inteligencia superior les cohíbe a la hora de intentar corregirme un supuesto error que, como todo el mundo sospecha, estaba puesto con intención para probar a los potenciales lectores.
3) Nadie lee lo que escribo.

Mi ego se aferra a la número 2, pero el sentido común apunta a la 3. La 1 está puesta de nuevo sólo para molestar.

Tampoco querría acabar mi página de hoy sin dejar claro que esto se trata de un diario. Se supone que son anotaciones íntimas abiertas sólo a los fetichistas, en caso de que uno tenga la desdicha de morir pobre y artista, y a las amantes cotillas si uno es el Dorian Gray de nuestros días. Así pues, no quiero terminar sin dar fe de otros sentimientos que me han asaltado hoy:
- Alejandro Sanz canta como el culo.
- Bebe canta peor que Alejandro Sanz.
- Viva yo.

viernes, 13 de mayo de 2005

Hoy estoy preocupado

Madrid, 13 de Mayo de 2005
Hoy estoy preocupado. No, no es por el incidente de ayer en la cola de la pescadería. Al fin y al cabo, que las jubiladas se te intenten colar con tal de dejarte a ti las sardinas chungas que vienen machacadas en la parte inferior de la caja es el pan nuestro de cada día. Además ya me comentó el médico esta mañana que tiene buena pinta y que los hierros me los quitarán en un par de meses. No, es algo más serio: creo que me estoy convirtiendo en ultraderechista.

Anoche casi no pude dormir pensando en ello. Como ya me lo olía, cuando me acosté puse la tele chiquitina para ver si la canción de los Lunnis me amodorraba. Aún así, creo recordar que no pegué ojo hasta la segunda estrofa. Y esta mañana, al contrario de lo habitual, me levanté como un resorte, aún sudoroso, al tercer manotazo al radio despertador. Si es que hasta me dio tiempo a coger el tren de las 11:38 hacia la oficina. Un sinvivir.

¿Y por qué esta absurda, a priori, idea me concome noche y día? Por un cúmulo de circunstancias, pero que se manifiestan en los tres puntos fundamentales del pensamiento social: Político, económico y religioso.

1 – POLÍTICO: Lo primero fue escuchar en la radio las declaraciones del rey en Italia: “Yo no soy rey de Bélgica, soy Rey de España”. Ole, con dos cojones. Y yo me imaginaba a los italianos que le preguntaban malintencionadamente mascullando entre dientes, rojos de ira, porque el afable monarca no les seguía el juego desestabilizador que pretendían iniciar, sin más fin que minarnos la moral para poder jodernos en el mundial de Italia del 2006. Hala, que intenten llamar a del Piero para que se lo solucione en el minuto 90 con un gol de rebote. 1-0 para nuestro bienamado Jefe del Estado y padre de la Patria (mierda… es más grave de lo que pensaba).
Esto le redime de intentar robarle protagonismo a Fernando Alonso en Montmeló anunciando a bombo y platillo dos horas antes de la carrera que iba a tener otro nieto. Llevábamos 36 años esperando a que una princesa se quedase embarazada en este país… podíamos haber aguantado un día más, creo yo. Pero bueno, que me empieza a caer simpático, el rey (por cierto, la única persona de este país que, en vez de celebrar su santo, celebra su onomástica). Soy un preconvencido monárquico.

2 – ECONÓMICO: Me he convertido en un capitalista ultraortodoxo. Esto sí que no es una sospecha, se ha convertido en palpable realidad. Pero no es que yo escriba ensayos sobre la locura que supone financiar la creación de infraestructuras de empleo con cargo a la deuda del Estado, no. Peor aún: juego todos los viernes al EuroMillón. A grandes rasgos, el comunismo es una especie de Bosque de Sherwood con la gente muy seria dando palmas a ritmo. Les quitan el dinero a los ricos y lo reparten entre los pobres. Los ricos, que son quienes también hacen el reparto, se aseguran la perdurabilidad del sistema repartiendo de forma que ellos no dejen de ser ricos ni los pobres dejen de ser pobres. Así siempre seguirán existiendo los dos polos del desarrollo del sistema.
Pero en la Europa Occidental nos hemos inventado el sistema contrario, el anticomunismo por antonomasia. Les quitas el dinero a todos los pobres y se lo das a un nuevo rico. Dos euros a este, otros dos a éste, dos al de más allá y el viernes por la noche le damos 32 millones a alguien para que se los gaste sin conocimiento ni medida. Y yo soy copartícipe de todo ello. Es más, cuando pongo mis dos euros para el chanchullo, babeo sólo con pensar que voy a ser yo el que les robe la moneda gorda a todos los europeos (para más señas, mis bienamados convecinos).
Entonces me compraré un Mercedes descapotable, tres o cuatro chicas del mes de Playboy (aquí tendré que echar cuentas: si me compro un Ferrari es posible que consiga las chicas gratis, todo está en calcular si el aumento en el gasto automotriz compensa el caché de las conejis), y una mansión de proporciones inmorales junto a la de Abramovich. Así estaremos juntitos todos los ricos que nos hemos mudado de la izquierda más militante a la cómoda derecha occidental. Porque Abramovich no es tonto. Si eres rico en un país comunista tienes que hacer el reparto, para lo cual tienes que maquinar, para lo cual necesitas sostenerte a base de traficar con armas y petróleo, etc… y es un coñazo, cansa mucho estar pensando todo el día. En Occidente, la maquinaria de maquinar se retroalimenta, así que sólo hay que tener a gente que le haga el mantenimiento por 600 € al mes. Ello te deja un montón de tiempo libre para traficar (que es lo verdaderamente divertido), pero en vez de hacerlo con armas y petróleo, que está muy mal visto y, además, de ello ya se encarga la Casa Blanca, se puede hacer con futbolistas. Te compras un equipito y hala, ya sólo tienes que preocuparte de ensayar el discursito de “no ganar la Champions tampoco lo considero un fracaso”.

3 – RELIGIOSO: reconozco que toda la fiesta por la muerte del Papa me ha afectado. Puede parecer irreverente el término fiesta aplicado a este caso, pero juntar 400.000 personas apretaditas en un mismo lugar sólo se hace para gasearlos o para hacer fiesta. Hombre, puestos a ser malpensados, también es posible que intentaran un suicidio colectivo junto con su moribundo guía espiritual, en plan secta bananera, pero el camarlengo ya está mayor y no tuvo la fuerza suficiente para girar la espita del gas mostaza y por eso sólo alcanzó para que a la primera fila le lloraran los ojos y al resto les diera por sacar una guitarra y cantar. Y claro, una vez comprobado el fracaso del plan, pues hubo que disimular como que en realidad todo aquello era para escoger a otro nuevo gurú y con las prisas y la improvisación acabó saliendo uno feo y alemán. Pero bueno, como pocas veces me dejo aconsejar por el diablillo de mi hombro izquierdo, voy a pensar que estaban de fiesta.
Pues a lo que iba… que estoy empezando a admirar a este tío. Es más, su figura se me hace tan atractiva que estoy pensando en dejar de ser animista y convertirme a la verdadera fe para poder llegar a ser el azote de los perros infieles. En el fondo, quiero purificarme hasta ser como él. Quiero poder ir vestido de niña de primera comunión, llamarme Benedicto y pasearme en un pastel de nata con ruedas sin que la gente se parta el culo de risa a mi paso. Y eso sin contar que sería infalible. Un día te levantas travieso y sueltas en un encíclica que 3+2 son 7 y la que lías. Habría que cambiar desde el tratado de arquitectura de Vitrubio hasta las rimas más populares. Cágate. ¡¡¡TOTUS TUUS!!!

Y ahora que lo pienso, si voy a ser un Papa millonario dueño del Chelsea… ¿a quién coño le importa lo que diga el rey?