domingo, 27 de noviembre de 2005

Blanca y dulce Navidad

Todavía estamos en noviembre y ya estoy hasta los huevos de la Navidad. No quiero que se institucionalice la obligación de ser feliz y de comprar miles de regalos para mayor gloria de El Corte Inglés. Y, sobre todo, cuando uno no puede hacer todos los regalos que quisiera hacer, ni quedar bien con todo el mundo, ni repartir el cariño que de verdad apetece repartir (en cualquier época del año) y, sobre todo, cuando uno está a años luz de ser feliz, siquiera de sentirse medianamente bien.

Odio la Navidad. Y, si esto me va a hacer caer bien entre los amargados como yo, pues odio odiar la Navidad. Hoy no quiero estar a bien con nadie.

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