lunes, 6 de agosto de 2007

Alonso vs. Hamilton

Hay casos en los que es facilísimo entrar al trapo, pero no suelo hacerlo porque me gusta ir de guay alternativo molongui (que ya me diréis pa qué vale... pues pa ná). Bueno, el caso es que hoy sí voy a entrar en la polémica y, además, con todo el gusto del mundo. ¿Y cuál es el tema en cuestión? No, no es la mafia del ladrillo de este país ni el último ligue de la miniduquesa de Alba, no. Para que yo abra la boca sobre algo o alguien, ha de merecerme un mínimo de respeto, desde luego. Me refiero al asunto que titula este comentario, el tan manido pique a tres bandas Alonso - Hamilton - McClaren (Ron Dennis).

Vaya por delante, mi opinión de todos ellos:
Alonso: es demasiado rico.
Hamilton: es demasiado rico y, además, no tiene dónde llevar dos bofetadas.
Ron Dennis: es demasiado rico y, además, se ve que ya se ha llevado las dos bofetadas y alguna más. Es lo que tienen los años.

Hace mucho, mucho tiempo, yo era un conato de deportista y competía allá donde me dejaban. Practicaba un deporte que, por azares del destino y de los medios de comunicación, no era profesional, por lo que uno podía ser un mindundi y estar compitiendo junto al campeón del mundo (doy fe). Entonces uno podía ver muchas más cosas y aprender muchas más cosas de las que podría esperar siendo de un pueblo tan pequeño como el mío. En ese tiempo aprendí lo que alguien vino a decirme con mejores palabras de las que a mí me salían: “Hay que ser humilde en las victorias para poder ser orgulloso en las derrotas”. Durante aquellos años vi gente que ganaba una carrera y se comportaba tipo Alonso o Hamilton: “Toma, guau… chúpate esa…” etc. etc. El día que les tocaba perder, el comentario era unánime: “que se joda”. También vi otra mucha gente que era un modelo de corrección, de deportividad y de humildad. Gente que podría endiosarse y había escogido no hacerlo. Gente que había conseguido lo que otros no podían (podíamos) ni soñar. Y, sin embargo, te trataban como a un igual. Te hacían sentir bien, en resumidas cuentas. El día que ganaban, nos alegrábamos todos. El día que perdían, se les animaba y ellos decían que “mala suerte, otro día será…”.

Pues bien. Ni Alonso ni Hamilton me parece que pertenezcan a este último grupo. Probablemente su vida no se ha parecido en nada a la de una persona normal, han llegado muy arriba muy jóvenes y eso pasa factura. Su lío de este fin de semana entre ellos y con un jefe que no sabe llevarlo porque está acojonado por la que le va a caer encima (Ron Dennis es sólo el jefe de un equipo de Fórmula 1, no es ni el dueño de Mercedes, ni del Banco Santander ni de Vodafone. Ver enfadarse a esos tiene que acojonar si estás en su puesto) es fiel reflejo de lo que son: dos niños mimados que quieren quedarse el mismo juguete. Y tener tanta gente detrás diciendo todo el día a voz en cuello que son los mejores no creo que sea la mejor manera de solucionarlo.

Por otro lado, también quiero decir, ya más sobre el follón en cuestión, que creo que Alonso tiene razón aquí. Ha ganado dos mundiales y Hamilton sólo tres carreras. ¿Que es bueno? No lo niego, pero aún no ha ganado nada. Y una cosa básica es respetar los galones. Eso también lo aprendí en mis carreras de jovenzuelo. Nunca hagas enfadar al que ha ganado más que tú. Respétale. Hamilton se encontrará un día con dos bofetadas bien dadas, como la que le dio Alonso el sábado haciéndole esperar en boxes. Quién dio la orden, no lo sé, pero que fue una cura de humildad, eso sí que sí. Claro, lo que pasa es que al chaval se le olvidará la lección porque vino mamá FIA a ver qué le pasaba al niño y le dio el juguete para él solo. Y eso es malcriarlo.

De todos modos, allá cada uno con su conciencia. Simplemente no deberían olvidar que las glorias del mundo pasan y que la senectud (o cualquier muro de hormigón a 300 km/h) hacen que todo esto se diluya en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Yo les recomendaría que se buscasen un buen hagiógrafo.

Por otro lado, este sábado también se disputó el Descenso del Sella, carrera hermosa donde las haya. Y ganaron unos chicos de esos que siempre fueron correctos (al menos conmigo y ante mis ojos): Jorge Alonso y Santiago Guerrero. Quiero desde aquí felicitarles de todo corazón y desearles aún más éxitos de los que ya tienen, que no son pocos. Y para ya decirlo todo: tanto ellos, como mi amigo Piers, o Fernando, Sergio, Germán y tantos y tantos, hasta el último de los participantes, son veinte veces más deportistas que Fernando Alonso y Hamilton juntos.

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