domingo, 25 de enero de 2009

Mi conejo

Tengo en casa un conejo de esos negros, peludos y que huelen mal. Y si estás pensando en verde es que no me conoces bien. Se llama Calcetines porque tiene las pezuñas blancas, aunque tiene el buen gusto de no llevar chanclas. Sin embargo, no hago carrera de él. Hace tiempo ya desistí en mi intento de hacerle saltar un aro en llamas. La semana pasada me rendí en la sencilla tarea de que me trajese las zapatillas cuando llego a casa. Ni siquiera levanta la patita. Estoy ahora recurriendo a sus más primitivos instintos de mamífero: me pongo delante de él, le miro fijamente y bostezo. No hay ser vivo que se resista a eso. Excepto Calcetines. Ni un asomo de abrir la boca, nada.

Leí una vez que hay animales que nunca aprenden nada, nacen ya con toda la información que necesitan para sobrevivir. Su córtex cerebral es nulo, todo se reduce a una acción-reacción ejecutada mecánicamente según las órdenes de su primitivo bulbo raquídeo. Los conejos deben ser de esos. Sus ojos mandan información y el cerebro la procesa para dar las órdenes subsiguientes: "¿Parece un conejo? Fóllatelo; ¿Parece una galleta? Cómetelo; ¿No parece un conejo ni una galleta? Pon pies en polvorosa".

1 comentario:

Samuel dijo...

jajaja
Grande!!