El otro día cometí el grave error de darle la mano a un vecino al que hace tiempo que no veía. ¿Habéis sacado alguna vez con la mano cinco espárragos blancos, tiernos y húmedos de una lata de la nevera? Pues esa fue la sensación.
Sólo pensar que con eso se sacude la sardinilla me hace dudar de si amputarme la mano a la altura de la muñeca o del codo.
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